Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, Estados Unidos quedó marcado por los fatales errores de sus servicios de inteligencia. Desde entonces, el gobierno hizo propósito de enmienda, reforzando hasta niveles nunca vistos sus sistemas de seguridad y acometiendo la más ambiciosa reforma de sus agencias desde 1947.
A pesar de ello, el atentado terrorista que sacudió a Boston hoy hace un año demostró que la improvisación y la falta de coordinación entre la comunidad de inteligencia pudo más que la trágica lección del 11-S.
El 15 de abril de 2013, los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, unos emigrantes de origen checheno marcados por el exilio, el desarraigo, la disfunción familiar y la exclusión social, fueron capaces de retrotraer a toda una nación a la pesadilla terrorista del 11-S.
Ese día, dos artefactos explotaron cerca de la línea de meta en el maratón de Boston, dejando un saldo de tres muertos y 264 heridos.
Las imágenes de corredores ensangrentados, algunos mutilados, revivieron el fantasma del 11-S. El miedo y la paranoia regresaron entre todos los estadounidenses.
Tamerlan cayó muerto en un tiroteo con la policía; Dzhokhar fue atrapado y espera en la cárcel a ser enjuiciado.
“Desafortunadamente, comprobamos una vez más que el FBI y la Oficina de Inmigración y Aduanas fallaron al no cruzar y compartir información”, dijo el presidente del Comité de Seguridad Interna de la Cámara Baja, Michael McCaul, al lamentar la arrogancia de varios mandos en la comunidad de inteligencia que se han resistido a cooperar con la investigación del Congreso.
Tras unas pesquisas que han incluido varios viajes de congresistas a Moscú para entrevistarse con los servicios de inteligencia de Rusia, y luego de una batalla para hacerse con los hallazgos de las investigaciones del FBI, Michael McCaul no tiene asomo de duda. “Hemos comprobado que varias banderas rojas y señales de advertencia se ignoraron. Descubrimos que Tamerlan estaba en el radar del FBI y a pesar de ello se le ignoró. También encontramos que Tamerlan viajó continuamente a Daguestán, una ciudad conocida como una zona que alberga terroristas chechenos.
“Esto es precisamente lo que el informe (de los servicios de inteligencia) de Rusia advirtió a nuestra comunidad de inteligencia y a los agentes del FBI; Tamerlan se ha había vuelto una persona aún más radicalizada”, señaló McCaul en una audiencia reciente.
“Se comprobó falta de cooperación e intercambio de información entre las agencias federales y los cuerpos policiales locales. Además, se fracasó a la hora de completar los informes de varias agencias (que habrían permitido seguirle mejor la pista a los hermanos Tsarnaev) y, finalmente, se produjo intercambio muy limitado de información entre las distintas agencias de inteligencia”, establece el reforme del comité de seguridad interna.