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El gigante de Latinoamérica bajo el latigo militar entre 1964 y 1985

El lunes 31 de marzo se cumplen 50 años del golpe cívico-militar que derrumbó al gobierno de Joao Goulart e instauró una dictadura de 21 años en Brasil. Están los nostálgicos, están los que no olvidan aquellos tiempos maléficos y están los indiferentes que consideran que revolver el pasado es algo prescindible.

En una columna titulada “La verdad y la impunidad”, publicada este jueves por el diario argentino Página12, el escritor y periodista brasileño Eric Nepomuceno resumió así las reacciones que, según él, se han dado en el seno de la sociedad brasileña de cara al 50 aniversario del golpe de Estado, que el 1 de abril de 1964 instauró un régimen militar que se prolongó hasta 1985.


“Los diarios están llenos de especiales sobre el tema, pero no hay un aspecto revisionista. Más bien lo que hay es rememoración”, sostiene el analista y columnista de Folha de Sao Paulo, Clovis Rossi. “Debates, muchos. Revisionismos, casi ninguno”, coincide Nepomuceno, quien explicó a La Tercera que “para la sociedad brasileña, en general, el tema no aparece entre sus principales preocupaciones”. Ello, pese a que Brasil reconoce oficialmente 400 muertos y desaparecidos durante el régimen militar, cifra muy inferior a los 30.000 registrados en Argentina (según organismos de derechos humanos) y los 2.279 en Chile, según el Informe Rettig.

El destacado escritor y periodista brasileño Laurentino Gomes admite que el golpe de 1964 “sigue siendo un tema controvertido en la sociedad brasileña”. Esto se expresa, afirma, en algunas cuestiones de “carácter semántico” durante este aniversario. “Para el Ejército, en 1964 hubo una ‘revolución’ en Brasil, cuyos principales objetivos eran restaurar el orden público, controlar la disciplina en los cuarteles e impedir la toma del poder por los comunistas. Desde ese punto de vista, se trató, por tanto, más de una ‘contrarrevolución’ que una ‘revolución’. Un concepto totalmente diferente se puede observar actualmente en las redes sociales, la prensa y el discurso civil, que en general definen 1964 como un ‘golpe militar’ que estableció una ‘dictadura’ en Brasil”, señaló Gomes a La Tercera.

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Brasil es el único país del Cono Sur en donde quienes abusaron de los DD.HH. no han sido juzgados, amparados por una amplia ley de amnistía dictada en 1979 por el último presidente del régimen militar, el general Joao Figueiredo, que benefició a los uniformados y a los guerrilleros. “Es curioso: los dos últimos presidentes brasileños han sido, respectivamente, un profesor universitario exiliado (Fernando Henrique Cardoso) y un dirigente sindical que fue preso político (Lula da Silva). Y la de ahora (Dilma Rousseff) es una ex militante de una organización armada de resistencia a la dictadura que ha sido presa y torturada. Ninguno de los tres se rebeló contra la ley de autoamnistía de los militares”, se lamenta Nepomuceno.

Sin embargo, Rousseff creó en 2012 la Comisión Nacional de la Verdad, con el objetivo de identificar a los responsables de las violaciones de DD.HH. durante la dictadura.

Con información de Pagina12 y La Tercera.

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