Este martes las autoridades estatales informaron que van a flexibilizar algunas regulaciones que mantenían de manos atadas a los dueños de guarderías y campamentos, los cuales se preparan para reabrir tras haber permanecido inactivos por casi tres meses.
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El Departamento de Educación y Cuidados Tempranos de Massachusetts indicó que ya no será obligatorio el uso de mascarillas en niños mayores a 2 años y que además quedará quedaba eliminado el requisito de someter a los niños a controles de temperatura al ingresar al plantel escolar. Lo que sí ratificaron fue la exigencia de que el personal utilice mascarillas o tapabocas cuando no pueda mantener el distanciamiento físico de al menos unos 6 pies.
Otra normativa que se decidió eliminar -y que fue bastante controversial-, fue la de exigir la presencia de un profesor extra en cada sala de preescolar. Los salones suelen tener capacidad para 20 niños y dos profesores. Para no exigir nuevamente la inclusión de más personal, las autoridades del estado indicaron que «en la medida de los posible, se recomienda más de un adulto».
A estas regulaciones se le suma la preocupación que mantienen muchos propietarios acerca de cómo mantener la seguridad y la salud, no sólo de los estudiantes sino también del personal, pues a juicio de algunos dueños de guarderías, aún son muchos los detalles que quedan por aclarar para que se de un reinicio de actividades exitoso.
«Claramente el departamento está señalando que están escuchando, pero continúan tratando de equilibrar la realidad de la situación», dijo Amy O’Leary, directora de Educación Temprana para Todos. «Estamos observando pruebas de que están yendo y viniendo”.
Aunque el gobernador Charlie Baker permitió a los campamentos y guarderías unirse a la actividad comercial, cada uno debe presentar primero un plan de operatividad y sólo podrán reabrir luego que el estado se los autorice. MA acaba de abrir el proceso para presentar dichos planes esta semana.
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Las normativas iniciales del estado también habían limitado el número total de personas que podían estar en una habitación, pero los propietarios de las guarderías y los campamentos se quejaron de que si se superpone ese requisito a la proporción existente entre profesores y alumnos sería imposible traer a un ayudante. La nueva normativa suprime el límite de capacidad total, aunque pide a los adultos no desplazarse de un grupo de niños a otro y que preferiblemente se dediquen a determinados grupos.
