Los Medias Rojas no pudieron revalidar la Serie Mundial. Eso estaba en los cálculos. Lo que nadie imaginaba era que aquella escuadra avasallante, que ganó con holgura la corona de 2018, se desinflaría como se desinfló esta, menos de 12 meses después.
La campaña 2019 de las Grandes Ligas llega a su fin este domingo para los dirigidos por Alex Cora. No solamente no habrá playoffs. Boston cierra apenas con unos pocos juegos sobre .500, perdiendo la última serie del calendario, nada menos que ante los débiles Orioles y en su hogar.
El balance en el Fenway Park es prueba palpable de cuán mal fueron las cosas. A falta del choque final, fueron 37 victorias solamente y 41 tropiezos en casa (en total 43 caídas como homeclub, pero eso incluye los tropiezos en Londres).
No solamente los Yanquis sacaron holgada ventaja en la división y en la serie particular; es que el tercer puesto parece un sótano, de tan lejos que quedaron en el segundo los Rays.
El torneo, parece demostrado, se planificó mal. Retener a Craig Kimbrel iba a costar muchos años y mucho dinero, pero entonces ha debido buscarse antes de marzo una alternativa segura ante la marcha del cerrador y su principal preparador, en lugar de ir atendiendo las urgencias conforme iban llegando.
Las respuestas a la crisis en plena justa resultaron más vergonzosas. Pudiera creerse ahora, con las declaraciones de John Henry, principal propietario de la divisa, que la orden era recortar las inversiones. Pero una franquicia con la historia de los patirrojos, el club con más anillos de Serie Mundial en este siglo, con una economía estable y una fanaticada ávida de triunfos, no podía limitarse en los cambios de 31 de julio a sumar únicamente a Andrew Cashner, con tantos nombres rutilantes que cambiaron de uniforme por esos días.
Dave Dombrowski dijo entonces que si hubieran estado más cerca de la pelea habría intentado más en el mercado. Quiere decir entonces que el problema no era la chequera. El problema fue el pobre manejo que se hizo de las urgencias. Los bostonianos llegaron a aquella fecha con solamente dos juegos y medio por detrás de Tampa Bay. Estaban a tiro de piedra, pues.
Dos meses después, la diferencia se había ampliado a 10 encuentros, Dombrowski estaba despedido, los Medias Rojas eliminados y los Rays en los playoffs.
Cuesta creer que aquellas declaraciones, que el rumbo confeso y manifiesto de la novena, no impactaron en el ánimo de la cueva. Vinieron luego nuevas lesiones, Chris Sale y David Price terminaron en el cuarto del trainer, los rivales se hicieron inalcanzables. Pero desde la oficina faltó guía y decisión. El roster comenzó siendo más débil que el año pasado y no se hizo mayor cosa para reforzarlo después.
A los malos recuerdos se une ahora el temor de que eso no pueda revertirse ya. Henry ha ordenado recortar más de 30 millones de dólares en la nómina de jugadores, es posible que J.D. Martínez se declare agente libre y que Mookie Betts sea cambiado, si no acepta pronto una extensión de su contrato.
El nuevo gerente general tendrá que ser creativo y audaz. De lo contrario, la historia de 2019 se repetirá en 2020, también.