El viernes 3 de junio, cuando iniciaba la Copa América Centenario, cuatro selecciones acaparaban las miradas como las favoritas a llevarse el torneo continental; Argentina y Brasil, siempre encabezan las apuestas para triunfar en el balompié, Chile, el defensor del título y Uruguay, el más ganador en la historia de la Copa. Estas selecciones estaban por encima del resto, hasta que el fracaso abordo a dos de ellas.
Brasil y Uruguay compartieron sentimientos en diferentes condiciones pero con un desenlace similar, la eliminación en primera fase. Ambos conjuntos estaban en grupos accesibles para la clasificación pero una sorpresa y una “injusticia” acabaron con los sueños de la “verdeamarelha” y la “celeste”.
Uruguay, presume de la famosa “garra charrúa”, característica que le permite luchar como ninguna y triunfar cuantas veces se lo proponga, así lo dicen sus 15 títulos en el torneo. Esto desapareció, los uruguayos, fueron un equipo sin alma y mucho menos sin fútbol, la ausencia por lesión, de su gran figura Luis Suárez, fue decisiva, sin embargo, la calidad de Edinson Cavani, Diego Godín, Carlos Sanchéz, entre otros, hacían creer que este equipo tendría más que dar. México y Venezuela dijeron lo contrario, una derrota clara, contra México, los puso contra las cuerdas, y luego la “Vinotinto”, gesto el golpe, dio la sorpresa y eliminó a la celeste.
La eliminación de Uruguay no significa más que un avisó, este equipo volverá a competir como nadie, pero debe estar atento, se le avecina un problema, la generación de relevo debe aparecer pronto, el calendario pasa y las piernas no responden igual, el profesor Tabárez, tiene trabajo por hacer.
Brasil y la desaparición del “Jogo Bonito”
La “canarinha” sigue acumulando fracasos estruendosos, el 1-7 que le propinó Alemania, en las semifinales del Mundial de Fútbol 2014 no se olvida más. Paraguay los sacó del camino en la Copa América de Chile 2015 y ahora Perú, con polémica arbitral incluida, los elimina en la ronda de grupos.
El peruano Raúl Ruidíaz, será recordado como el “tramposo”, y el árbitro uruguayo Andrés Cunha, como el “estafador”; ambos fueron protagonista en la polémica más grande de la copa América Centenario. Ruidíaz anotó un gol con la mano y Cunha tras tres minutos de indecisión y dudas lo convalidó.
Para los cariocas se trata de “robo e injusticia”, pero para el mundo del deporte, no es más que la crónica de una muerte anunciada, el Brasil de Dunga, no enamoraba, no jugaba bonito y mucho menos era convincente, solo ganaba con efectividad y aprovechándose de las categorías de los rivales, hasta ser desnudado por un equipo que les hiciera frente y no se dejará asombrar por el peso de la camiseta.
Brasil ahora tiene la oportunidad de redimirse, pero el trabajo es arduo, está fuera de la zona de clasificación para el Mundial de Rusia de 2018, y a pesar de que faltan muchos partidos por disputarse, las alarmas en la tierra de la samba deben estar encendidas si no encuentran el rumbo que se perdió hace más de 10 años, el “jogo bonito”.
Por el momento ya dieron el primer paso, destituir a Dunga de la dirección técnica, el segundo y más inmediato es confiar en la calidad de Neymar, y lograr por primera vez la medalla de oro en los Juegos Olímpicos a disputarse en casa en Rio de Janeiro; el tercero y a largo plazo es que el nuevo seleccionador logre construir un equipo con la esencia de esa “canarinha” pentacampeona del mundo.