DOSIS. Una farmacista administra una dosis de la vacuna de Moderna en la Drilling Pharmacy en Sioux City, Iowa | FOTO: Dan Brouillette - Bloomberg
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Por Peter Hotez* y María Elena Bottazzi* | Especial para The Washington Post
Traducido por El Tiempo Latino / El Planeta Media

Tres vacunas contra el coronavirus han sido autorizadas para su uso de emergencia en los Estados Unidos, incluidas dos vacunas de ARNm de Pfizer-BioNTech y Moderna y una vacuna vectorizada de adenovirus por Johnson & Johnson. Se espera que dos vacunas más sean autorizadas más adelante en la primavera – una segunda vacuna vectorizada de adenovirus por Oxford-AstraZeneca, y una vacuna de partícula proteica por Novavax. Estas cinco vacunas serán utilizadas para inmunizar al pueblo estadounidense y se espera que detengan o desaceleren la epidemia en los Estados Unidos. Pero incluso antes de que las vacunas fueran aprobadas, se esparcían mitos sobre ellas.
Aquí se comparten cinco de esos mitos que se escuchan con más frecuencia:

MITO NÚMERO 1: Algunas vacunas son mejores que otras y vale la pena esperar por ellas.

El alcalde de Detroit, Mike Duggan, rechazó un cargamento de 6 mil 200 dosis de la vacuna de Johnson & Johnson este mes, diciendo que los residentes de la ciudad deberían tener “las mejores” inyecciones – que él indicó eran las vacunas de ARNm. Muchas personas parecen preocupadas por cuál inyección recibir, ya que la más recientemente aprobada vacuna de Johnson & Johnson reportó niveles más bajos de eficacia – 66 porciento de protección contra la enfermedad moderada a severa, y 85 porciento contra la enfermedad severa, comparada con 95 porciento de protección contra COVID-19 sintomático por parte de las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna.
Pero todas las vacunas trabajan basadas en el mismo principio. La protección contra el virus depende de inducir una fuerte inmunidad contra la proteína de pico del coronavirus, el componente del virus que hace que se adhiera a las células de nuestro cuerpo. Todas las vacunas inoculan esta proteína de pico, alistando a nuestro sistema inmunológico a producir un tipo específico de anticuerpo que impida la adhesión o invasión del virus. Las tres vacunas aprobadas hasta ahora, todas producen altos niveles de protección para mantenerte fuera del hospital; es probable que todas además inhiban la transmisión asintomática.
La vacuna de Johnson & Johnson, que requiere de una sola dosis, a diferencia de las inyecciones de ARNm, puede que tenga otros beneficios también. Ya sabemos que protege parcialmente contra la variante B1351 que surgió en Sudáfrica – mientras que no sabemos eso con certeza sobre las dos vacunas de ARNm, que fueron probadas antes de que esa variante apareciera. Tampoco sabemos cuál de las vacunas tiene la protección más duradera. Todas las vacunas pueden requerir de refuerzos adicionales para el otoño o el año próximo.

MITO NÚMERO 2: Los jóvenes no la necesitan, especialmente si están sanos.
Los escépticos de las vacunas han argumentado que las personas que no sean ciudadanos mayores y que generalmente gocen de buena salud no necesitan ser inoculadas. El beisbolista ex-grandeliga Aubrey Huff dijo en Twitter que no se vacunaría porque su “musculoso cuerpo de 44 años y fuerte sistema inmunológico estaban trabajando perfectamente”. En Israel, las autoridades dijeron que las personas jóvenes eran mucho más evasivas de las vacunas que las personas mayores por la percepción de que no las necesitaban: “Estamos acercándonos al público joven y algunas personas no entienden la importancia de la vacuna”.
Si bien las personas jóvenes tienen menos probabilidad de morir por COVID-19 que las personas mayores, la enfermedad puede igual ser peligrosa para ellas. Un estudio publicado en febrero reveló que casi el 30 porciento de los adultos entre 18 y 39 con COVID-19 sufren de síntomas posteriores a largo plazo, incluida la fatiga, lagunas mentales, y pérdida del apetito y del olfato. Muchos de estos adultos jóvenes sólo tuvieron una enfermedad moderada cuando se infectaron la primera vez. Y la afirmación de que solo aquellos con más de 65 años son los que tienen probabilidad de morir por COVID-19 es falsa. El “Centro para el Control y Prevención de Enfermedades” (CDC por sus siglas en inglés) dice que entre las poblaciones no-blancas e hispanas, alrededor de un tercio de las muertes ocurren en aquellos menores de 65. Si bien mantener un modo de vida sano y permanecer en buena condición física pueden ayudar a fortalecer tu sistema inmunológico, esto en sí mismo no te proveerá de los anti-cuerpos necesarios para mantenerte fuera del hospital. Por esa razón, una vacuna contra el coronavirus es requerida.

MITO NÚMERO 3: Las vacunas se crearon con tanto apuro que no sabemos si son seguras.
“Yo de hecho estoy empezando a tener dudas”, dijo el anfitrión de Fox News Sean Hannity en enero. “Le he estado diciendo a mis amigos que me voy a vacunar. La mitad de ellos está de acuerdo y la otra mitad piensa que estoy loco. Ellos no se vacunarían ni en un millón de años”. El también comentarista de Fox, Tucker Carlson, prendió las alarmas por la “glamurosa entrada” y “sofisticado” esfuerzo de mercadeo en favor de las vacunas. En las redes sociales, algunos videos virales y publicaciones afirman que las vacunas fueron desarrolladas demasiado rápido o que fueron enviadas a los estados antes de que la Administración de Alimentos y Drogas las autorizara – insinuando que los reguladores realmente no tuvieron tiempo de verificar que fueran seguras y efectivas. En parte por informes y afirmaciones emanadas de la Casa Blanca en 2020, muchos estadounidenses realmente tienen la impresión de que estas vacunas aparecieron como por arte de magia, de la nada.
Pero los científicos han estado trabajando en vacunas contra los distintos tipos de coronavirus por al menos una década, en cuyo tiempo identificaron la proteína de pico como el punto débil del virus y descifraron cómo atacarlo. (Este programa de investigación y desarrollo de 10 años es similar al marco de tiempo en el que se han desarrollado otras vacunas). Si no fuera por todo ese importante trabajo previo, las farmacéuticas no hubiesen podido avanzar tan rápido. Y los ensayos clínicos usados para probar la seguridad de las nuevas vacunas fueron ampliamente y cuidadosamente controlados, prácticamente iguales a aquellos usados para probar otras vacunas.

MITO NÚMERO 4: Las vacunas tienen ingredientes peligrosos o anti-éticos.
Publicaciones de Facebook que afirman que las vacunas contienen microchips para rastrear a las personas se han hecho virales. La Arquidiócesis Católica de Nueva Orleans les aconsejó a los creyentes no vacunarse con la inyección de Johnson & Johnson si podían evitarlo, ya que fue desarrollada y producida utilizando “células moralmente comprometidas creadas a partir de dos abortos” – a pesar de que el Vaticano posteriormente aclaró que los católicos deberían inocularse con esa vacuna si otras vacunas efectivas contra el coronavirus no estaban disponibles.
En realidad, ninguna de las vacunas usa material de fetos abortados. Las vacunas de Johnson & Johnson y Oxford-AstraZeneca son preparadas en células que se han estado propagando por décadas en tubos de ensayo. Esas líneas de células sí se originaron de dos fetos abortados en los años 1970s y 1980s, pero no hay remanentes fetales usados en la investigación, desarrollo o producción de las inyecciones. Los virus utilizados en otras vacunas, como en la vacuna contra la varicela, fueron desarrollados utilizando líneas de células similares.
En cuanto a la inyección de microchips, esto es obviamente imposible, ya que no cabrían por la aguja; la resistencia a las vacunas es a veces de naturaleza conspirativa. Algunos microchips son utilizados en el sistema de distribución de las vacunas para hacerle seguimiento a las dosis a fin de asegurarse de que no caduquen o estén contraindicadas. Pero esos elementos están en la parte externa de las jeringas o empaques, y nunca se inyectan a nadie.

MITO NÚMERO 5: Las vacunas de ARNm cambian tu ADN.
Grupos anti-vacuna y publicaciones en las redes sociales han asegurado que las vacunas de ARNm pueden causar infertilidad o enfermedades autoinmunes al modificar los genes o el ADN de quien recibe la vacuna – que la vacuna inyectada de alguna manera se convierte en parte de tu material genético. Muchas publicaciones que afirman esto han sido retiradas de Facebook desde el año pasado, antes de que las vacunas fueran autorizadas para su uso de emergencia.
Las afirmaciones sobre infertilidad o temas de autoinmunidad son más o menos copiadas y pegadas de las falsas acusaciones sobre la vacuna contra el VPH. No hay una base científica para esas afirmaciones. Y los ARNm enviados a través de nano-partículas lípidas en una vacuna no entran a nuestro genoma. Se convierten en un patrón a seguir para que las células creen compuestos de aminoácidos en moléculas llamadas ribosomas en el compartimiento del citoplasma de la célula, afuera del núcleo (donde reside el ADN). Nuestro sistema inmune luego responde al nuevo péptido, que se asemeja a la proteína de pico del coronavirus. De esa manera, no es correcto decir que las vacunas de ARNm son equivalentes a “terapia genética” como algunos críticos de las vacunas han asegurado.

*Peter Hotez y María Elena Bottazzi son profesores de pediatría y virología molecular en el Baylor College de Medicina, donde también son co-directores del Centro para Desarrollo de Vacunas del Hospital de Niños de Texas. Ellos copresiden, como parte de una comisión Lancet, un subgrupo para vacunas y terapias contra el coronavirus.

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