Massachusetts Restaurants United (MRU), un grupo de más de 500 chefs y propietarios de negocios locales de comida, organizó una protesta y conferencia de prensa frente a la Casa del Estado para crear conciencia sobre efectos devastadores que la pandemia ha causado en los restaurantes de Massachusetts.
En esta manifestación, varios dueños de restaurantes hablaron sobre lo difícil que ha sido para ellos sobrevivir desde el inicio de la pandemia. Además, resaltaron cómo estos negocios también son importantes para mantener vivas a las comunidades donde están ubicados, donde se crea una relación entre el local y el cliente, que va más allá de ser solo una transacción.
Uno de los temas más importantes que esta organización ha discutido es el “Economic Development Bill”, un proyecto de ley que, de ser aprobado en el congreso estatal, podría ayudar al desarrollo económico de comercios de comida que corren el riesgo de irse a la quiebra.
El proyecto incluye un fondo que ayudaría a los restaurantes que han tenido dificultades durante la pandemia, pagando la renta del local atrasada y el sueldo de sus empleados, especialmente de cara al invierno, que luce desafiante.
De acuerdo con MRU, el 20 por ciento de los restaurantes en Massachusetts han cerrado permanentemente sus puertas.
Jose Duarte cerró recientemente las puertas de su restaurante Taranta debido a la crisis económica que la pandemia causó, y opina que muchísimos restaurantes no podrán sobrevivir sin ayuda del gobierno.
“Es una industria que ha sido afectada nacional e internacionalmente, pero específicamente ha golpeado más a los restaurantes locales y ahora que el invierno ya viene va a ser aún más difícil continuar con nuestro negocio porque no vamos a poder con las restricciones que hay atender a la cantidad de gente que normalmente atendemos”.
Cheryl Straughter, la dueña de un restaurante en Boston llamado Soleil, dijo que su negocio había perdido ya un 70% de sus ingresos porque la gente no quiere arriesgarse a comer en un lugar público por el miedo de contagiarse, o tampoco tiene el dinero para gastarlo en un restaurante.
“Es difícil no saber cómo pagarle a mis empleados cada día, pero en estos momentos no me puedo asegurar de que la gente venga a comer a mi restaurante, todos necesitamos sobrevivir y comer, pero si la gente va a comer o no en nuestros restaurantes es algo que solo sabremos en los siguientes meses”.