Este martes el estado informó que se hará cargo del rastreo de contactos en Boston College, en medio de la creciente ira y escepticismo que tienen los estudiantes y residentes de las ciudades cercadas, sobre la capacidad que tiene la escuela para controlar la propagación del virus.
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Desde este lunes, un equipo de rastreadores, creado para ayudar a las ciudades y pueblos a dar y aislar a los posibles pacientes de COVID, ha asumido el control para rastrear casos entre los estudiantes, profesores y personal de la universidad, luego de producirse una fiesta que desató una ola de positivos en el campus.
La medida fue recientemente anunciada por el gobernador Charlie Baker y busca mantener la tasa de infección del estado baja. El trabajo del equipo del estado estará centrado en coordinar el rastreo entre las ciudades de Newton, Brookline y Boston, urbes que rodean a BC.
Baker dijo que MA “podría manejar el rastreo a través de múltiples jurisdicciones más eficazmente”.
“Hay razones por las que existen los protocolos. Porque cuando no están en su lugar, suceden cosas «, dijo Baker. «Cuando la gente no sigue estas reglas y alguien tiene el virus, se propaga», reseñó el Globe.
Los epidemiólogos han expresado su preocupación por el aparente brote del Boston College. “La universidad ha tenido un total de 115 casos positivos desde el 16 de agosto”, aunque muchos se han sumado estos últimos días. La semana pasada, “al menos 13 miembros del equipo de natación y buceo dieron positivo en COVID-19. Sólo el 8 de septiembre, 22 estudiantes dieron positivo”. Según las autoridades sanitarias, la mayoría de los casos estarían relacionados con dos reuniones fuera del campus en las que los estudiantes no utilizaron mascarillas faciales y tampoco respetaron las normativas de distanciamiento social.
La administración de BC señaló que el recuento diario de nuevos casos había bajado a cinco el martes. Los estudiantes infectados tenían síntomas leves, y los funcionarios de BC lograron identificar a través del rastreo de contactos a otros para que asistieron a las reuniones.
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El brote de COVID-19 en la universidad despertó la ira y la ansiedad de los alumnos que no participaron en la reunión y la de los vecinos, que exigieron más pruebas en la escuela y expresaron su frustración porque sólo se enteraron del brote del equipo de natación y buceo a través de los medios y no por la propia institución.