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Pasó el tiempo de ir suplicando que a los latinos los tomen en cuenta en la industria del entretenimiento, léase Hollywood. También pasó el tiempo de otros escriban su narrativa y encasillen a esta minoría en estereotipos que nada tienen que ver con lo que realmente son. Llegó la hora de que los mismos latinos escriban su historia y decidan qué roles quieren hacer.

En la industria dorada como se conoce a la del espectáculo y entretenimiento, el color que manda es el verde de los dólares y los latinos son de los que más consumen este producto, por lo tanto va llegando el momento de tomarlos en cuenta. En lo dicho se resumen los dos paneles que la Fundación Hispana por las Artes (NHFA por su siglas en inglés) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizaron como parte de su agenda anual y para enaltecer las celebración del Mes de la Herencia Hispana.

Septiembre es el mes que la NHFA realiza su noche de gala y su concurso de actores, guionistas y productores. Esta vez dio voz para que, un congresista, una ejecutiva, un director y tres actores desde su experiencia digan en qué terreno del cine y la televisión está pisando este grupo.

Stacie de Armas, vicepresidenta de estrategias de consumo de Nielsen, dibujó esta realidad en cifras: el 46% de los latinos bajó películas y programas de televisión de internet en los últimos 30 días, pero solo el 5% de esas producciones contó con la presencia de latinos en roles cinematográficos, el 77% va en exclusiva para los blancos. Esto demuestra que esta minoría está infrarrepresentada. “Los latinos tenemos una media de edad de 28 años, somos un grupo muy joven que está buscando diversidad de contenidos y que está pagando por eso”, dijo de Armas.

El congresista Tony Cárdenas, que representa al Norte de Hollywood y California, es uno de los políticos que más deja escuchar su voz a favor de que tanto el cine como la televisión tengan una mayor representación de los latinos en frente y detrás de las cámaras. “No pueden seguir ignorándonos ni denigrándonos, más cuando tenemos un poder de compra de 1.4 trillones y en otros pocos años nuestro poder adquisitivo será de 3.4 trillones”.

Está visto que el problema no es económico ni de talento, sino de diversidad. “Hemos escuchado demasiadas veces ‘vamos a intentarlo’ cuando pedimos mayor presencia y reconocimiento de nuestras capacidades”, dijo Cárdenas. “Esto tiene que parar, el talento viene de todas partes y lo tienen que reconocer”.

En ese mismo orden de ideas, Marel Julia, cofundadora de NHFA, recordó que cuando se fundó esta organización liderada por los actores Sonia Braga, Raúl Julia, entre otros, fue para decirle al establishment político y cinematográfica “estamos aquí y queremos tener una silla en la mesa”. Hay que seguir reclamando la voz en esa mesa, crear becas para jóvenes actores y ofrecerles mentorías.

La propuesta de Theresa Vargas Wyatt, directora de La Reyna, una empresa de mercado y publicidad, es sacudirse de esa pobre autoestima, ser más entradores, más peleadores por nuestras convicciones. Esto no es un asunto de convicción y por ellas hay que pelear. Como la industria dorada también necesita de escritores en ellos hay que sostenerse, porque “son el vehículo para obtener un producto de contenido”, dijo.

Para la actriz de “Sense8”, Eréndira Ibarra, el trabajo más apremiante es recuperar nuestra narrativa, “contar nuestras historias, crear nuestros caracteres, que no sean otros los que nos den diciendo”. Ella recordó que hace 10 ó 15 años cuando acudía a los castings en Hollywood escuchaba decir con cierto fastidio: “Oh, otra vez tengo que ir a esas reuniones de diversidad, creo que mejor envío a mi hermana”, pues “ya va siendo hora que dejen de mandar a la hermana”, sentenció.

Justina Machado, actriz en “La reina del Sur” y “One day at a time”, en los 90s vivió algo parecido. “El mundo no está listo para un show de una familia latina”, le dijeron. Ahora ella cree que “somos más conscientes de dónde estamos y lo que somos. Ya le hicimos el trabajo a Hollywood, ahora tenemos que decir y hacer nuestras historias. Debemos tomar riesgos”.

Cambiar la narrativa es no dejar enjaular al latino como en los roles de bandido y sicario y a las mujeres como objetos sexuales. Que se reconozca que hay buenos escritores, guionistas, directores, actores, productores, fotógrafos e historias genuinas.

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