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Elena Altemus tiene 89 años y sufre de demencia. A menudo olvida los nombres de sus hijos y, a veces, no recuerda si vive en Maryland o en Italia.

Sin embargo, Elena, quien ingresó a un hogar de adultos mayores en noviembre de 2017, tuvo una mamografía el verano pasado. «Si el examen no es demasiado invasivo, ¿por qué no?», se preguntó su hija, Dorothy Altemus. «Quiero que tenga la mejor calidad de vida posible».

Pero un creciente grupo de geriatras, especialistas en cáncer y analistas del sistema de salud consideran muy poco probable que estas pruebas detecten enfermedades mortales en los pacientes más ancianos del país. Además, son enormemente costosas y con más probabilidades de dañar que de ayudar, ya que cualquier seguimiento y tratamiento suelen ser muy invasivos.

Así y todo, estas pruebas —a la que algunos catalogan como «sobrediagnóstico»— son una epidemia en los Estados Unidos, resultado de la cultura médica, de campañas de concientización agresivas e incentivos financieros para los médicos.

Si buscamos cáncer en personas que no es probable que se beneficien, «encontramos algo que al paciente no le iba a doler, y encima lo lastimamos», dijo el doctor Sei Lee, profesor asociado de geriatría de la Universidad de California en San Francisco.

Según el American Journal of Public Health, casi 1 de cada 5 mujeres con deterioro cognitivo severo, incluyendo pacientes mayores como Elena Altemus, aún se someten a mamografías con regularidad, aunque no se recomiendan para personas con una expectativa de vida limitada. Y el 55% de los hombres mayores con un alto riesgo de muerte en la próxima década todavía se someten a pruebas de PSA para el cáncer de próstata, según un estudio de 2014 publicado en JAMA Internal Medicine.

Entre las personas en sus 70 y 80 años, las pruebas de detección de cáncer a menudo detectan tumores de crecimiento lento que es poco probable que causen problemas en la vida de los pacientes. Estos pacientes a menudo mueren por otra causa, desde demencia hasta enfermedades cardíacas o neumonía, mucho antes de que sus cánceres se convirtieran en una amenaza, explicó la doctora Deborah Korenstein, jefa de medicina interna general del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York. El cáncer de próstata, en particular, generalmente es inofensivo.

Los pacientes con demencia, por ejemplo, rara vez viven más de unos pocos años.

«En general, se necesitan aproximadamente 10 años para ver el beneficio del examen del cáncer, al menos en términos de un beneficio sobre la mortalidad», dijo Korenstein.

El entusiasmo por los exámenes de detección del cáncer es alto entre los pacientes y los médicos, quienes tienden a sobreestimar los beneficios, pero subestiman los riesgos, según muestra la investigación médica.

En algunos casos, las mujeres se someten a exámenes de detección de tumores en órganos que ya no tienen. En un estudio de mujeres mayores de 30 años, casi dos tercios que se habían sometido a una histerectomía recibieron al menos un examen de detección de cáncer de cuello uterino, según un estudio de 2014 de JAMA Internal Medicine.

Incluso algunos pacientes con cánceres terminales continúan siendo examinados para detectar otras enfermedades malignas.

Nueve por ciento de las mujeres con cánceres avanzados, incluyendo tumores de pulmón, colon o páncreas, se hicieron una mamografía y el 6% tuvo una prueba de cáncer de cuello uterino, según un estudio de 2010 de los beneficiarios de Medicare mayores de 65 años. Entre los hombres con Medicare con cáncer incurable, 15% fueron examinados para detectar cáncer de próstata.

Aunque las evaluaciones pueden extender y mejorar la vida de adultos más jóvenes y saludables, tienden a infligir más daño que beneficios en personas que son mayores y frágiles, dijo Korenstein. Las pruebas pueden provocar ansiedad, procedimientos de seguimiento invasivos y tratamientos intensos.

«En pacientes de más de 80 años, con otras afecciones crónicas, es muy poco probable que reciban algún beneficio de la detección, y es más probable que los daños superen los beneficios», dijo el doctor Cary Gross, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale.

Una variedad de especialidades médicas, desde el Colegio Estadounidense de Cirujanos hasta la Sociedad de Medicina Interna General, han aconsejado a los médicos que no hagan exámenes a los pacientes con tiempo de vida limitado. Por ejemplo, la Sociedad Estadounidense del Cáncer recomienda las pruebas de detección de cáncer de próstata y de seno solamente en pacientes que se espera vivan 10 años o más.

El examen de detección de cáncer de próstata en hombres mayores de 75 años le cuesta a Medicare al menos $145 millones al año, según un estudio de 2014 publicado en la revista Cancer. Las mamografías en este grupo de edad cuestan al plan de salud federal para adultos mayores más de $410 millones al año, según un estudio de 2013 publicado en JAMA Internal Medicine.

Los contribuyentes suelen pagar la factura de estas pruebas, porque la mayoría de las personas mayores están cubiertas por Medicare.

Y aunque las pruebas de detección de cáncer generalmente no son costosas -una mamografía promedia unos $100- pueden lanzar una cascada de pruebas de seguimiento y tratamientos que se suman al costo total de la atención.

La mayoría de los gastos en atención médica innecesaria no provienen de artículos raros y costosos, como cirugías cardíacas, sino de servicios más económicos que se realizan con demasiada frecuencia, según un estudio de octubre de Health Affairs.

Los médicos deberían priorizar lo que pueden hacer para ayudar a los pacientes a estar más saludables, dijo la doctora Louise Walter, jefa de geriatría de la Universidad de California-San Francisco y geriatra en el Centro Médico VA de San Francisco. Para muchos pacientes mayores, la detección del cáncer no es su necesidad apremiante.

«En lugar de gastar tiempo y esfuerzo en cosas que son perjudiciales y nunca van a ayudarlos, ¿por qué no dirigir el tiempo y la energía a cosas que los ayudarán a vivir más y mejor?», se preguntó Walter.

Por ejemplo, podría decirle a un paciente: «En este momento, tiene una insuficiencia cardíaca realmente mala y debemos controlarla», dijo.

Otros problemas clave para muchas personas mayores incluyen la prevención de caídas, el tratamiento de la depresión y el alivio del estrés en sus cuidadores, agregó Walter. Gross dijo que insta a los pacientes a tomar medidas para mejorar su salud, como vacunarse contra la gripe o hacer ejercicio al menos 15 minutos al día.

«Estas son cosas que pueden ayudarlos a sentirse mejor muy rápidamente», concluyó Walter.

La cobertura de KHN relacionada con el envejecimiento y el cuidado de los adultos mayores es apoyada en parte por The John A. Hartford Foundation.

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