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El tema de la película “Roma” es sin duda uno de sus mayores atractivos, especialmente en tiempos de lucha por la justicia social y los derechos de la mujer. Según la Organización Internacional del Trabajo, hay casi 20 millones de Trabajadores en América Latina, cinco veces más que en toda América del Norte y Europa occidental combinada. En su mayoría son mujeres.

El Planeta fue anfitrión de una interesante conversación sobre el papel de las empleadas domésticas en Latinoamérica el pasado 19 de enero en el teatro Coolidge Corner, en Brookline, donde por una semana se proyectó la película de Cuarón en su formato original en 70mm.

Javier Marín, publisher de El Planeta, fue moderador de la provocativa charla titulada «Not a Maid», donde también participaron Graciela Gómez García, Consul General de México en Boston; Beatriz Sten, Consul honoraria de Ecuador en Nueva Inglaterra; Michelle Figueroa, corresponsal de CNN y fundadora de Good News Movement; y Raúl Medina, mexicano y residente de Boston, especialista en telecomunicaciones y tecnología de voz y datos.

Se trató de un diálogo con cuatro latinos residentes de Massachusetts que crecieron en América Latina, criados por trabajadores domésticos no muy diferentes de Cleo y la familia representada por Cuarón en su cinta.

“Muchos recordamos a las empleadas domésticas con cariño pero no examinamos a fondo sus circunstancias: ellas crean recuerdos para los hijos de otras familias en lugar de crear recuerdos con sus propias familias, a veces viven lejos de sus seres queridos y sólo los ven ocasionalmente”, opinó Michelle Figueroa. “Me da esperanza que poco a poco estamos viendo más justicia para las empleadas domésticas quienes son personas fundamentales en la vida de muchos”.

La Cónsul Beatriz Stein estuvo de acuerdo con que Roma es una película que honra y valora el trabajo de las trabajadoras domésticas, que en muchas ocasiones es despreciado. “Felicito al director mexicano Alfonso Cuarón, quien rinde tributo a la mujer que lo crió, quien sin ser su madre, caló en el fondo de su ser”. Y se hizo la pregunta: ¿a cuántas de nosotras no nos ha criado una nana y aunque el tiempo ha pasado nunca la olvidamos?

“La integración de las mujeres a la educación superior y al mercado laboral no hubiera sido posible sin las redes de apoyo informal provistas por otras mujeres: en este caso, la abuela y primordialmente, la niñera”, opina Graciela Gómez, Cónsul General de México en Boston.” Sin la joven indígena que ayuda en las tareas del hogar, las madres profesionales no habrían podido salir a trabajar. De entre las líneas narrativas me quedo con la de mujeres ayudando a otras mujeres, en su abandono y en la crianza de los hijos”.

Por su parte, Raúl Medina comentó que se siente “muy optimista de que México está reflexionando y pasando por un momento histórico en el cual la fama de una gran mujer indígena creará una atmósfera positiva para el resto de las mujeres y hombres del país y la tierra que me vieron nacer”.


REFLEXIÓN DE UN MEXICANO EN BOSTON

Soy Mexicano nacido en 1970, el año en que está situada la película “Roma” de Alfonso Cuarón. He nacido en la colonia Juárez, que es colindante con la colonia Roma, mis padres se conocieron y trabajaron allí toda su vida y asistí a la universidad en la Colonia Condesa, que es tan o más famosa que la Roma.

Para entender la trascendencia de la nominación de Yalitzia y la película Roma al Oscar, es necesario entender la complicada historia de México y su relación con las culturas indígenas. El barrio o colonia en la que nací se llama Colonia Juárez. Esta colonia lleva el apellido de Don Benito Juárez, el primer y único presidente indígena de México (1861-1872). La Presidencia de un hombre indígena fue probablemente más importante en su momento que la misma presidencia de Barack Obama en EE.UU. Se le reconoce como el Benemérito de las Américas. Su legado es tan importante para nuestro continente que una estatua suya se encuentra en la esquina de las calles New Hampshire y Virginia en Washington, DC. Antes de que Yalitzia trascendiera al mundo como una mujer indígena, hemos tenido representación en el mundo por una figura presidencial, y sin embargo, han pasado más de 150 años para que una figura indígena como Yalitzia fuera relevante en la cultura Mexicana.

Un reciente artículo de opinión publicado por Laura Raquel Manzo en HuffPost México, nos hace pensar que México se ha enamorado de Yalitzia Aparicio. Sin embargo, nos invita a reflexionar acerca de por qué no existen otras figuras como ella en la sociedad y la cultura mexicana. Manzo argumenta que la sociedad mexicana es hipócrita al estar feliz de que Aparicio ha logrado la fama y el reconocimiento, mientras que la misma sociedad le niega derechos de seguro social y protección laboral a las empleadas domésticas en México. Yalitzia proviene de Oaxaca, el mismo estado en el que nació Benito Júarez. Yalitzia es de origen mixteco, mientras que Benito era Zapoteco, las dos etnias indígenas predominantes del estado de Oaxaca. De acuerdo al Consejo Nacional de Población de México (CONAPO), Oaxaca es el tercer estado mayormente marginado en México. México tiene 31 estados y Oaxaca es también el estado con una de las mayores representaciones indígenas en el país. Se estima que más allá del 50% de la población indígena de Oaxaca no habla español y vive en pobreza.

Volviendo a los premios Oscar: Yalitzia ha puesto el nombre de México en alto, y a la cultura indígena la ha vuelto a hacer relevante, en una sociedad que la ha relegado históricamente por su color de piel, costumbres, y lenguaje. México ha llegado a un punto de inflexión en el cual la sociedad debe darse cuenta que todos descendemos en algún porcentaje de alguna raza indígena. Nuestra herencia genética europea no debe ser considerada superior a la indígena; sea de cualquiera de los pueblos mesoamericanos como mixtecas, zapotecas, otomís, mayas, huicholes, etc. Gracias a esta obra maestra del cine y a su director, Alfonso Cuarón, esta conversación ha sido retomada en México.

Raúl Medina

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