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Victoria Eugenia Henao, viuda de Pablo Escobar, publica sus memorias el 15 de noviembre y no se guarda nada. El libro promete revelar aspectos desconocidos y muy fuertes de la vida del capo que por años aterrorizó a Colombia y de la mujer que estuvo a su lado y tuvo a sus dos hijos.

Henao dice que se sumergió en las profundidades de su alma para llenarse de coraje y revelar un secreto que guardó por 44 años y que hasta hace poco confesó a sus hijos, Sebastián y Manuela. Sabe que la revelación empeorará aún más la imagen del macabro personaje en Colombia y el mundo.

El diario Maily Mail consiguió una copia adelantada y cuenta el secreto. En el epílogo de sus memorias, Henao revela que cuando tenía 14 años -y no tenía la más mínima malicia o curiosidad sexual- su novio Pablo Escobar, entonces de 25 años, tuvo sexo con ella, un hecho que la dejó paralizada.

No se sentía preparada ni tenía la capacidad de entender tal contacto, tan intenso e íntimo. Precisamente por eso, jamás se le ocurrió que podía estar embarazada, ni siquiera cuando semanas después de ese hecho empezó a sentirse extraña.

Henao, hoy de 57 años, relata que Escobar le pidió entonces acompañarlo a un sector remoto de Medellín. Allá una anciana que a duras penas la saludó le dijo que se recostara y procedió a insertar tubos de plástico en su útero. Le dijo que eran “para prevenir”. Henao preguntó, “¿Prevenir qué?” La señora respondió “el embarazo”.

Sin saber qué estaba pasando, Henao hizo caso a las recomendaciones que la señora le hizo durante lo que llama “la intervención”. La señora le dio instrucciones precisas, le pidió ser cuidadosa y le indicó que debía sacarse los tubos una vez empezara a sangrar.

Escobar la devolvió a su casa (una que tenía un baño, y compartía con 8 hermanos) y le pidió mantenerlo al tanto. Henao durmió y fue al colegio varios días con los tubos dentro, escondiendo su dolor e incomodidad para no despertar las sospechas de su madre. En una sociedad católica sintió que no podía hablar con nadie al respecto.

Años después, gracias a terapias entendió que una experiencia así es considerada una violación. Cuando le contó esto a sus hijos, su hija Manuela sintió la confesión como un golpe. Despreció el comportamiento de su padre pues no entendía cómo la había hecho pasar por algo así, incluídos los peligros de un aborto en condiciones tan precarias.

Aún así, Henao no se victimiza.

“No me siento cómoda retratándome como una víctima de mi esposo, por el gran respeto que le debo a las otras víctimas”, asegura.

También dice que aprendió a perdonar a Escobar. De la relación, que empezaron cuando ella tenía 13 años y él 24 años y se formalizó dos años después con el matrimonio en 1976, nacieron los hijos que hoy la llenan de fuerza para vivir.

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