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El número de pacientes infectados con una superbacteria fúngica rara pero peligrosa llamada Candida auris ha aumentado rápidamente a 200 hasta el 31 de diciembre, según las últimas cifras de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

En 2016, solo hubo siete casos de esta infección multiresistente, a nivel nacional.

Ese año, los CDC alertaron a los centros de salud para que estuvieran atentos al hongo, que puede causar complicaciones médicas graves cuando entra al torrente sanguíneo, generalmente a través de heridas, respiradores o catéteres. Los pacientes con una salud comprometida, especialmente los que están internados por largo tiempo, o los que viven en hogares de atención, son los más vulnerables.

“No lo vas a adquirir mientras viajas en metro”, dijo Snigdha Vallabhaneni, epidemióloga de los CDC.

La mayoría de los casos, 123, se reportaron en Nueva York. Nueva Jersey tuvo el segundo registro más alto, 48. Otros estados que informaron infecciones fueron California, Illinois y Florida.

Candida engloba a una amplia variedad de microorganismos en la familia de los hongos de levaduras, y algunas formas pueden vivir en el cuerpo humano sin dañarlo. Alrededor de 20 variedades pueden causar infecciones, típicamente menores, como pie de atleta, hongos en las uñas, aftas orales e infecciones vaginales por hongos.

Sin embargo, se convierte en un grave riesgo cuando ingresa al torrente sanguíneo porque puede atacar a los órganos, explicó Vallabhaneni. Es resistente a muchos medicamentos, es difícil de tratar y puede causar la muerte.

Este hongo se transmite fácilmente entre pacientes a través del contacto con superficies contaminadas o de persona a persona. A menudo se identifica erróneamente porque es difícil de reconocer a menos que se utilice tecnología especializada.

Alrededor del 40% de los pacientes que contrajeron C. auris murieron, según los CDC. Pero dado que esos pacientes tenían otras afecciones médicas graves, no está claro el rol que tuvo el hongo multiresistente en estos decesos.

Muchos de los afectados dependen de equipos médicos, como tubos para respirar y catéteres que bombean drogas hacia las venas, lo que ofrece una ruta fácil de entrada para el hongo.

Los CDC han comenzado esfuerzos de prevención y educación dirigidos al personal de atención médica y a los laboratorios. Gran parte del trabajo de la agencia se ha centrado en mejorar la capacidad de los laboratorios para identificar el hongo, dijo Vallabhaneni.

Nancy Leveille, directora ejecutiva de la Foundation for Quality Care en la New York State Health Facilities Association, dijo que los esfuerzos educativos de las agencias de salud pública como los CDC y el Departamento de Salud del Estado de Nueva York han aumentado la conciencia. “Hay atención”, dijo, “y eso ayudará a los proveedores a mantener a C. auris bajo control”.

Anuradha Chowdhary, microbióloga y profesora de la Universidad de Delhi, fue una de los primeras científicas en identificar el hongo en 2009.

Ella y sus colegas publicaron recientemente investigaciones que demuestran que cierta mutación en la composición genética del hongo puede explicar su resistencia generalizada al fluconazol, un tratamiento común para las infecciones por Candida. Una clase relativamente nueva de medicamentos antimicóticos llamados equinocandinas ofrece cierta esperanza.

Se han reportado casos de C. auris en los cinco continentes, desde los Estados Unidos hasta Colombia y Gran Bretaña. Sin embargo, los orígenes del hongo no se pueden explicar fácilmente.

Los científicos han rastreado lo que podría ser la aparición más temprana de C. auris en un caso de Corea del Sur de 1996. Pero cuando compararon la composición genética de muestras tomadas de regiones de todo el mundo, descubrieron que los genes eran diferentes.

Es como si C. auris hubiera surgido independientemente en cada lugar.

Cuando lo descubrió por primera vez en Nueva Delhi, “pensé que era solo un problema nuestro”, dijo Chowdhary. “Nunca imaginé que se volvería tan grande”.

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