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El arquitecto venezolano Alejandro Haiek Coll, descrito como uno de los jóvenes urbanistas más innovadores del momento, ofreció una charla en Harvard University el 7 de abril, en colaboración con el Consulado de Venezuela en Boston y la Asociación de Estudiantes Latinos de la Escuela de Diseño de Harvard.

En El Planeta tuvimos el agrado de entrevistarlo sobre el rol de la arquitectura en la democracia.


¿Alguna vez se ha puesto a pensar sobre el rol social que tiene un edificio? La arquitectura de las ciudades define en gran medida la interacción de los ciudadanos con su entorno, las relaciones sociales, la economía, la cultura, y su participación política en la sociedad.

Hoy en día, la vida de muchas ciudades (especialmente ciudades latinoamericanas) está dominada en gran parte por el tránsito ruidoso y contaminante de los vehículos, y los grandes edificios. Los habitantes quedaron relegados a las veredas, angostas fajas peatonales, de las que pueden bajar cuando lo autoriza una luz verde.

Alejandro Haiek ha dedicado su carrera a revitalizar terrenos inactivos, áreas afectadas por conflictos sociales o catástrofes naturales, para crear nuevas formas de poder en las que, no son las instituciones las que imponen qué se va a edificar y cómo, sino los mismos ciudadanos, con sus necesidades, los que rompen las estructuras tradicionales de poder para construir espacios que mejoren su entorno colectivo.

Alejandro Haiek es co-fundador del laboratorio de experimentación LabProFab y creador del proyecto «la Maquinaria Publica», una serie de artefactos sociales e infraestructuras culturales enfocados en democratizar el suelo urbano y la renovación de espacios inhabitados.

Además de Venezuela, Haiek ha trabajado en países como Nueva Zelanda, México o Puerto Rico, y ganado premios internacionales con proyectos urbanísticos inspirados en esta idea de democratizar el terreno público.

El boom de la modernidad y de la construcción ha excluido muchas veces al hombre del espacio público, y se han perdido los ámbitos de la verdadera democracia participativa, donde la población se convoca en espacios públicos para opinar, discutir, organizar sus actividades y crear.

“Es esencial lograr una estructura horizontal en la política en vez del sistema jerárquico establecido hoy”, comenta Haiek. “Los arquitectos tienen el reto de recrear y reformar la sociedad contemporánea con espacios que propicien la diversidad”, opina Haiek.

“Los expertos deben salir de su rol de especialistas y sumarse a la ciudadanía. Eso en función de apostar otras formas más sólidas de construir derechos civiles, y renovar protocolos de participación. No existe un cliente o un encargo, los problemas están ya presentes en las comunidades, no es algo creado por el arquitecto. Nos sumamos a las luchas y aportamos nuestras experticias», agrega.

TIUNA EL FUERTE: LA CULTURA NO SOLO SE REMITE A LA GALERÍA

En 2014, Alejandro Haiek ganó el Premio Internacional de Arte Público (International Award for Public Art) con el proyecto Parque Cultural Tiuna El Fuerte en Caracas, Venezuela. Este Parque no sólo es una apuesta artística, sino también un espacio desafiante de las formas tradicionales y elitistas de producción y consumo cultural.

El Parque Cultura Tiuna El Fuerte nació en el año 2005 de la mano de cientos de artistas urbanos de Caracas, que toman un terreno baldío de asfalto al suroeste de esta ciudad, en el corazón de la populosa parroquia El Valle. Este grupo de artistas se dedicó a movilizar, convocar y tejer redes artísticas, comunitarias y académicas que permitieran el florecimiento de un importante movimiento de producción cultural.

Además de ser un espacio con una infraestructura cultural galardonada mundialmente por su innovadora arquitectura, el Parque Cultural Tiuna El Fuerte es una referencia internacional de los procesos colectivos de organización y de producción cultural.

Hoy en día se realizan conciertos semanales, muestras artísticas, obras de teatro, talleres y eventos comunitarios con artistas locales, a donde asiste gente de todos los niveles sociales y educativos. Todos convergiendo en el mismo espacio.

Una gran red de talentos de distintas ramas y expresiones se encontraron y construyeron física y simbólicamente al Parque Cultura Tiuna El Fuerte.

“La arquitectura tiene la capacidad no solamente de construir espacios físicos, sino un espacio para la construcción de oportunidades, para descubrir talentos y propiciarlos, para amplificar la efervescencia cultural de un lugar, y homologar los saberes dede el conocimiento popular”, dice Haiek.


NAVE MULTIPROGRAMA: COMPLEJO DEPORTIVO AUTO-PROMOVIDO

En la década de los ’70, inspirados por el boom de la modernidad, en Venezuela se construyeron dos enormes torres edificios en un barrio popular, como parte de un plan masivo de vivienda.

“Estos edificios lo que hicieron fue segmentar y aislar a la comunidad en bloques. Plantearon un aislamiento, una estandarización de la vida cotidiana”, explica Haiek. “La gente vive en cajas, con poco contacto entre ellos, no comparten herramientas, recursos o conocimiento”.

Los que tenían chanchas deportivas en sus edificios no dejaban que los demás las usaran, generándose así una segmentación social.

Existe una arquitectura para la democracia, que incluye organizaciones espaciales adecuadas para albergar la participación y la negociación, liderazgos horizontales donde se respeta la individualidad y se valora la colectividad que aprovecha los talentos individuales. En sentido contrario, existen arquitecturas desalentadoras de la comunicación y de la vida democrática.

Haiek lideró un proyecto de transformación social de ese barrio, en el que se discutieron ideas localmente con los residentes, se conformaron cooperativas de construcción para acceder al presupuesto nacional de infraestructura y se logró construir una cancha deportiva para el uso público.

En la construcción se empleó a trabajadores del mismo barrio, para fusionar el conocimiento técnico y el saber popular del barrio.

“Cada proyecto de arquitectura, más que transformar el territorio, debe planear nuevas formas de interacción y de participación. No hay que entender el edificio como una pieza aislada donde se edifica y no se construye”.

Cada vez somos más seres humanos sobre la tierra, y cada día más de ellos vivimos en ciudades. La calidad del espacio que habitamos define en gran parte quiénes somos y lo que hacemos. “Debemos asumir que cada construcción tine una responsabilidad social”, concluye Haiek.

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