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El Centro Nacional de Estadísticas Educativas (NCES por sus siglas en inglés) ha recopilado información que indica que este otoño, y por primera vez en la historia, el número de estudiantes latinos, afroamericanos y asiáticos va a sobrepasar al número de blancos no-hispanos en las aulas públicas de K al grado 12.

Esto implica que los estudiantes de color representarán más del 50 por ciento de los matriculados en las escuelas públicas de todo el país, y que estos porcentajes aumentarán en los próximos años. Ahora que los maestros y administradores de las escuelas públicas regresan al trabajo en otoño, es imperativo que tengan presente la información del NCES, en particular las diferencias socio-económicas que a menudo van de la mano con las diferencias raciales.

En estas vacaciones de verano, como ocurre a menudo, los estudiantes de familias acomodadas tuvieron valiosas oportunidades para consolidar y fortalecer lo que aprendieron durante el año escolar, oportunidades que por lo general se les niegan a los menos acomodados, muchos de los cuales son estudiantes de color. Inclusive cuando esas oportunidades existen, muchos estudiantes pobres no pueden participar en programas de calidad porque tienen que trabajar en el verano para contribuir a los ingresos familiares, o tienen que dedicarse a cuidar a sus hermanos menores mientras sus padres trabajan o están ausentes.

Los estudios han demostrado repetidas veces que todos los estudiantes, sin distinción de raza o etnia, ven un desmedro de sus habilidades en matemáticas durante las vacaciones de verano. Sin embargo, los de medianos ingresos y los más acomodados avanzan en la lectura año tras año mientras que los estudiantes pobres se atrasan. La diferencia radica, mayormente, en la accesibilidad de oportunidades de avance y consolidación. Esta diferencia de acceso ayuda a explicar los bajos rendimientos, por qué se considera que algunas secundarias “fracasan”, y por qué la deserción escolar es tan alta en las escuelas urbanas. Por extensión, esto ayuda a explicar los alarmantes bajos ingresos de los estudiantes pobres, negros y latinos a la universidad.

La pregunta para la cual necesitamos una respuesta urgente es cómo transformar el sistema de educación pública para que responda a las necesidades de todos los estudiantes. El énfasis en la preparación para las “pruebas” estándar no fue el éxito que se esperaba. Si vemos la secundaria no como una cruda herramienta para descartar y clasificar a los estudiantes – los de alto rendimiento de los de bajo rendimiento – y más bien como un sistema orquestado, enfocado en todos los estudiantes a quienes se les brinda oportunidades para que aprendan de acuerdo a su estilo de aprendizaje y condiciones de vida, podríamos lograr los resultados que deseamos.

Un sistema educativo bien afinado tiene condiciones operativas que responden a las necesidades de todos y cada uno de los estudiantes, al margen del contexto familiar y condición económica. La evidencia de esto se puede encontrar en los distritos escolares que han adoptado estrategias de aprendizaje enfocadas en los estudiantes. Estas estrategias incluyen aprendizaje personalizado, aprendizaje fundamentado en las habilidades, aprendizaje que se da en cualquier momento y lugar, y aprendizaje que compromete a los estudiantes en su propio éxito para que asuman lo que saben.

En un buen orquestado sistema educativo enfocado en los estudiantes el aprendizaje se individualiza para responder a las necesidades de cada estudiante. Esto es el “aprendizaje personalizado”, un sistema que usa las evaluaciones de las habilidades para promover en los estudiantes el dominio de destrezas académicas esenciales, en vez de pasarlos sin tener un indicio de lo que han aprendido. Este tipo de sistema usa técnicas de aprendizaje mixtas, y se beneficia de colaboraciones comunitarias y empresariales que a menudo expanden las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes. Los estudiantes que aprenden en este sistema tienen un grado más alto de confianza en sí mismos que los que han estudiando en otros sistemas.

Para garantizar que todos los estudiantes se gradúen preparados para la universidad y una profesión y convertirse en ciudadanos productivos y responsables, la Fundación Educativa Nellie Mae ha adoptado la ambiciosa meta de incrementar la preparación profesional y universitaria de los estudiantes de Nueva Inglaterra a 80 por ciento para el 2030. Aunque la tasa de graduación ha aumentado en todo el país, sólo 50 por ciento de los estudiantes de Nueva Inglaterra que entran al primer año de secundaria van a graduarse preparados para entrar a una universidad o una profesión.

Una cruel realidad es que ese número es más bajo para algunos estudiantes, ya que 37 por ciento de estudiantes negros, 31 por ciento de los que están aprendiendo Inglés, y 32 por ciento de estudiantes de bajos ingresos van a graduarse preparados. Al actual nivel de superación, proyectamos que tomará 100 años alcanzar la meta del 80 por ciento, y casi el doble para llegar al 100 por ciento. Esto es claramente inaceptable e insostenible. El futuro, no sólo de nuestros estudiantes, sino también el bienestar económico a largo plazo de la nación, están en juego.

Necesitamos un amplio desplazamiento cultural hacia un nuevo sistema de oportunidades de aprendizaje para todos los estudiantes.

Necesitamos una orquesta de partes comprometidas –estudiantes, padres de familia, maestros, administradores, legisladores, intelectuales y demás– que ayuden a definir el sistema de educación pública que va a generar más temprano que tarde graduados preparados para la vida universitaria y profesional.

The Nellie Mae Education Foundation.

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